Jorge Luis Terreros Sánchez
El pueblo wixárika tiene ciertos símbolos que le dan sentido a sus prácticas y recorridos, uno de estos es el fuego (Tatewari) que, al estar directamente relacionado con sus orígenes ancestrales, está presente en ceremonias, lugares sagrados y en todos los territorios donde existen miembros de esta comunidad.
Las conexiones místicas y simbólicas entre el fuego, los ancestros y los lugares sagrados se entienden al adentrarse en una de las narrativas míticas del pueblo wixárika, esta historia cuenta que el fuego fue hallado por primera vez en Teekata (cueva central geográfica y cosmológica), encaminado a Wirikuta (lugar sagrado donde se cree que nació el Sol) en los recorridos realizados durante los peregrinajes de los antepasados.
Créditos a quien corresponda.
El fuego es representado en cada uno de los Kie (Hogares o casas), Kiete (Rancho o rancherías) y Tuki (centros ceremoniales) donde guardan una relación territorial- simbólica articulada en lo que se conoce como “Kiekari” (definido como ecosistema cosmológico o territorialidad). Se cree que al establecer un kie, los antepasados fundadores “pidieron prestado el fuego” del tuki, que se identifica en la hoguera ceremonial con Tatewari (conocido como Nuestro Abuelo), quien es el narrador original de los mitos de los seres divinos que habitan los tukite y los lugares sagrados.
Uno de los rituales realizados por miembros de la comunidad wixaritari es asociado con la tenencia de la tierra y la expansión espacio-temporal de sus miembros, donde el fuego y el recorrido de este es importante para la perpetuación de dicho acto y es transmitido de generación en generación por medio de la repetición.
La representación del fuego consiste en que un un kie se conecta con el Tuki por haber pedido prestado el fuego de la hoguera y este fuego ceremonial (Tatewari) se simboliza con kipuyari, cilindros de roble que miden aproximadamente 10 x 2.5 cm. y que se decoran con figuras de animales elaborados con cera y chaquira. Al pedir el fuego a las divinidades del tuki (o más bien, a los jicareros que son sus “copias”) y tras cumplir con las obligaciones ceremoniales recíprocas de llevar a cabo sacrificios y cargos, los fundadores de los kiete se conectan con Tatewari, el Abuelo fuego del tuki, como “niñitos” (tiri), es decir, como réplicas o integrantes menores de la “casa”.
Paul Liffman considera que el fuego animado de Tatewari tiene su “memoria”, pues mientras la gente represente ritualmente la historia mitológica del lugar en su relación con el tuki (centro ceremonial), los lazos implicados de tenencia de la tierra se mantendrán legítimos en el pensamiento wixarika. Así mismo, concluye que se constituye un proceso de reivindicación tradicional de territorio por el cual los lazos de intercambio sacrificial y ceremonial entre las personas vivas de la comunidad y sus antepasados se reproducen y
expanden, o bien se acaban.
El fuego es un elemento presente en todas las expresiones artísticas de la comunidad wixaritari, tiene un significado asociado con los lugares sagrados y sus ancestros representados en los rituales realizados con Tatewari: el abuelo fuego.
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